A pesar de sentirme fresco y libanés,
voy a escribir el típico desahogo
de lunes, mientras camino entre las hojas.
La palabra se pliega menuda y transparente,
confundo lo que llega, que es una primavera
porque me noto en conflicto con la luna
y en realidad las siglas son verbos,
y del árbol caen pétalos de estilo en cascada.
Soy el usuario normal del parque invariable,
que pasea con la espada que pende de un tallo.
Con ella pienso atravesar las plantas carnívoras
que se abren y cierran a mi paso cada lunes.
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