Aspirar el ruido, limpiar la propia muerte,
de pequeñas partículas de rabia y suciedad.
Hacer un esquema detallado del viaje,
todo el desorden se refugia en el aire
y en el suelo frío de la fosa séptica.
Huir por las flores de la zona devastada.
Cráneos de papel cortado aletean la estancia,
los niños incurables lloran a sus madres,
llevan bombas para inhalar el polvo,
las palabas originan un ciclón en sus bocas.
Todo se vuelve miedo, y sólo los cuentos
orales contienen un ápice de ilusión.
En la ceremonia sigue la música infernal,
llegan hojas secas hasta las ventanas,
la vidrieras tiemblan, llueven despojos.
Está todo perdido en la herida del hogar.
Nos queda resistir con delicada pureza,
en el lavado de los hijos que sobrevivan.
Veo que hace mucho que no escribes si nos fijamos en la fecha. No tardes en volver a hacerlo, pues he visto que se te da bien.
ResponderEliminarTe mando un abrazo desde Madrid