Los loros repiten: tú eres mi viejo amor
en la intensidad del paseo, o en el baile,
sobre las múltiples ramas, de especies
de árboles. En la ilusión definitiva,
mientras hacen nidos raros y gigantes.
Yo no dejo de pensar en la nostalgia,
y dramatizar las cosas pequeñas.
Tú trepas por los troncos con destreza,
con la mandíbula inferior me besas,
me mimas, me acaricias el cráneo.
En el lago artificial, me clavas las garras,
con voz humana susurras, bajo el futuro.
Recuerdo bien las palabras, en la rutina:
tú eres mi viejo amor. Mientras hincas
la curva de tu pico abnegado en de mí.
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