lunes, 25 de abril de 2016

LA CASA DE ENFRENTE


Si vivieras ahora, en la casa de enfrente
mirando las ventanas de otra vida.
Volver a la luz, saber que ella está bien,
bajar a los setos, cruzar sin saludar.
Si el embrión llenara su músculo hueco,
en la finca que te vigila, en la gesta.

Construir un puente que te mude
que traslade tu cuerpo al sosiego,
sin estar lejos, sin hacer ruido.
Y seguir respirando sin ella, sin dolor.
Y mover allí también el ataúd
cubierto con la bandera de tu libertad.

Admiras el edificio vacío, resplandeciente,
como si fuera madre, al fondo las torres 
y la montaña y el amor.
Hay un camino entre una y la otra,
un largo sendero de células muertas.
Si fuera aquella la casa y tú su luz.

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